La Literatura Infantil
como concepto, es muy difícil de definir. Para intentar
facilitarlo, tomé como referencia las definiciones que presenta la RAE. La
“literatura” la define como “arte que
emplea como medio de expresión una lengua”, y también como “teoría de las composiciones literarias.”
En el caso del concepto “infantil”, dice “perteneciente
o relativo a la infancia.” Si se aplican estos conceptos,
se debería entender la Literatura Infantil como “las composiciones literarias artísticas que emplea una lengua
determinada de forma escrita y oral, destinadas, relativas o de interés para
los infantes.” Según esta definición (absolutamente intuitiva), se hacen
trascendentales los escritores y las editoriales, ya que desde ahí se genera,
de la forma adecuada o no, esta literatura.
Desde este punto de
vista, puedo hacer la reflexión, de que la literatura infantil me ha acompañado
gran parte de mi vida, puesto que durante mi período escolar “debí leer” textos
solicitados por los profesores, y posteriormente, continúe con estas lecturas
durante mis etapas universitaria y laboral.
En relación a lo
anterior, mis primeros acercamientos a la literatura infantil se deben las
lecturas y relatos de mis papás. Al avanzar el tiempo y en el ingreso a la
educación formal, mi acercamiento a la literatura infantil fue principalmente
en el jardín y la escuela. En esta etapa, recuerdo la lectura “obligatoria” de
la escuela, cuando leí todo lo que se me pedía. Pero de los libros que “tuve”
que leer para la escuela, recuerdo con agrado “Trece casos misteriosos” de
Jacqueline Balcells y Ana María Güiraldes. En el caso de los libros que “decidí”
leer durante las vacaciones de verano, recuerdo varios libros de cuentos sobre
“Sherlock Holmes”, de Arthur Conan Doyle. Pero mi mayor
Pero sin duda alguna, mi relación con la literatura
infantil, desde el punto de vista del afecto y del mayor placer, se ha gestado
en mi vida como madre, como mediadora entre mi hijo y los libros. Al comenzar
mi etapa laboral, tuve la posibilidad de relacionarme más con la literatura
infantil, dado que en las bibliotecas escolares en las que trabajo, los libros
de son de alta calidad y de mucha variedad. Desde aquí he podido acercarme con
mayor claridad a la dimensión artística de la LIJ, principalmente al conocer
los libros álbum, en donde la calidad de la imágenes y del texto, cobran igual
relevancia.
Así es como, al convertirme
en mediadora de la lectura de literatura infantil, he podido conocer productores,
tanto escritores como editoriales, que me han cambiado la percepción de la
literatura como un medio educacional de transmisión de la moral y el “deber ser”,
sino que me ahora he abierto mi mente a una nueva forma de comprender la
literatura infantil, entendiéndolos como textos complejos y ensalzados con un
gran contenido estético. Desde este punto de vista, la nueva LIJ ya no se
centra en el lector como un simple receptor del mensaje que quiere transmitir
la ideología de una institución, sino que se centra en los lectores infantiles
como seres más complejos, capaces de apreciar un arte y de comprender textos
complejos, pues entienden que son ellos los principales receptores, y en última
instancia, los jueces de esta literatura.
El primer libro que decidí leer
No hay comentarios:
Publicar un comentario