lunes, 26 de agosto de 2013

la censura en la literatura infantil

La censura ha estado presente en todas las áreas artísticas, y la literatura infantil no es la excepción. La censura debe diferenciarse de la selección literaria, que plantea Lluch, ya que esta última hace referencia a la elección de libros que hacen los mediadores y se hace teniendo como foco principal a los lectores infantiles, sus intereses, su nivel de desarrollo de la comprensión, el atractivo mismo del libro, la temática, la contingencia, etc. En tanto, la censura es la prohibición misma de la creación o exposición de un arte o tema, y los motivos de censura pueden ser variados,  pero siempre se gestan a la sombra de una ideología, de un modelo cultural que busca protegerse y perpetuarse, respondiendo a modelos raciales, políticos, religiosos, sexuales, etc. En el caso de la literatura infantil, la censura se ha hecho presente prohibiendo la venta o el ingreso al mercado de determinadas lecturas.
Cada vez que un libro es censurado, provoca un daño profundo a la creación y la lectura, y actualmente algunos lo consideran un “genocidio cultural”. Aunque actualmente, la prohibición es masificada por los medios de comunicación, haciendo que un  libro censurado genere expectativas y curiosidad, haciéndolo más atractivo y popular, por lo tanto, una gran manera de promoverlo.
Dependiendo de cada sociedad, los tópicos a censurar varían. Desde esta perspectiva, presento algunas obras censuradas:

 






Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll, fue censurada en China en 1931, por presentar a los animales en el mismo nivel moral que los humanos.










El diario de Ana Fran, la autobiografía de la niña Ana fue censurada por su contenido sexual y su atmosfera “depresiva”.
 








Harry Potter de J. K. Rowling, fue censurada en los Emiratos Árabes por promover la magia negra y por extensión el satanismo.







Donde viven los monstruos de Maurice Sendak, censurado en algunos estados de USA por considerar muy agresivo que una madre le dijera a su hijo “Monstruo” y lo enviara a la cama sin comer.









Un elefante ocupa mucho espacio de Elsa Bornemann, que narra una historia de animales que se declaran en huelga. Fue censurado durante la dictadura argentina.








La composición de Antonio Skarmeta escrito en a fines de los 70` y que narra la historia de un niño en la etapa de la dictadura de su país. En Chile dejó de circular por un largo tiempo.

Retomando el concepto de literatura infantil

Al igual que en el comentario anterior, sigo manteniendo la idea de la dificultad de definir el concepto de “literatura infantil”, incluso habiendo leídos los textos de Liliana Bodoc “La literatura como discurso artístico” y el de Joel Franz Rosell “¿Qué es la literatura infantil?”, pero no es culpa de los autores, sino que se debe a que el concepto mismo esta lleno de complejidad. 
La literatura infantil de los siglos XIX y XX, apuntaba al ámbito de la formación, la moralidad y la reproducción de valores, pero de a poco, cambia su foco hacia la creación estética y la apreciación artística. Actualmente, las motivaciones del autor no van necesariamente por el ámbito didáctico o ilustrativo de la realidad, por el contrario, el autor debe gozar de gran “libertad creativa”, o como lo plantea Rosell, no se debe someter al autor, para que así, pueda seguir su sensibilidad, su intuición, logrando una colaboración sincera, espiritual, lo que en palabras de Liliana Bodoc, podría ser su “poesía”.
Para Liliana Bodoc, el arte nos lleva a ejercitar las emociones y capacidades adormecidas de nuestra psiquis y de nuestra inteligencia, descolocándonos y poniéndonos en el lugar de lo extracotidiano, logrando que se vuelva una experiencia, la experiencia del arte literario. Por lo mismo, la literatura infantil y juvenil debe problematizar el lenguaje, logrando una alianza entre la forma y el contenido, cruzada por el “pensamiento poético”. En palabras de Rosell “... la literatura infantil es, como la poesía, un método de interpretación de la realidad y el sueño, en idéntica medida resulta una forma incomparable de acción por vía de la palabra”. 

Bodoc y Rosell concuerdan en cuidar el rol que cumple el autor de literatura infantil, dando un amplio espacio al autor, para que éste expanda su labor con creatividad, consiguiendo un producto verdadero, sin ligadura alguna. Así es como la literatura infantil se ha transformado a sí misma y al modo de abordarla, logrando la libertad paradigmática, propia de nuestros tiempos.


Algunos que libros que sólo apuntan al placer de leer


domingo, 25 de agosto de 2013

Primer esbozo del concepto de literatura infantil

La Literatura Infantil como concepto, es muy difícil de definir. Para intentar facilitarlo, tomé como referencia las definiciones que presenta la RAE. La “literatura” la define como “arte que emplea como medio de expresión una lengua”, y también como “teoría de las composiciones literarias.” En el caso del concepto “infantil”, dice “perteneciente o relativo a la infancia.” Si se aplican estos conceptos, se debería entender la Literatura Infantil como “las composiciones literarias artísticas que emplea una lengua determinada de forma escrita y oral, destinadas, relativas o de interés para los infantes.” Según esta definición (absolutamente intuitiva), se hacen trascendentales los escritores y las editoriales, ya que desde ahí se genera, de la forma adecuada o no, esta literatura.
Desde este punto de vista, puedo hacer la reflexión, de que la literatura infantil me ha acompañado gran parte de mi vida, puesto que durante mi período escolar “debí leer” textos solicitados por los profesores, y posteriormente, continúe con estas lecturas durante mis etapas universitaria y laboral.
En relación a lo anterior, mis primeros acercamientos a la literatura infantil se deben las lecturas y relatos de mis papás. Al avanzar el tiempo y en el ingreso a la educación formal, mi acercamiento a la literatura infantil fue principalmente en el jardín y la escuela. En esta etapa, recuerdo la lectura “obligatoria” de la escuela, cuando leí todo lo que se me pedía. Pero de los libros que “tuve” que leer para la escuela, recuerdo con agrado “Trece casos misteriosos” de Jacqueline Balcells y Ana María Güiraldes. En el caso de los libros que “decidí” leer durante las vacaciones de verano, recuerdo varios libros de cuentos sobre “Sherlock Holmes”, de Arthur Conan Doyle. Pero mi mayor
Pero sin duda alguna, mi relación con la literatura infantil, desde el punto de vista del afecto y del mayor placer, se ha gestado en mi vida como madre, como mediadora entre mi hijo y los libros. Al comenzar mi etapa laboral, tuve la posibilidad de relacionarme más con la literatura infantil, dado que en las bibliotecas escolares en las que trabajo, los libros de son de alta calidad y de mucha variedad. Desde aquí he podido acercarme con mayor claridad a la dimensión artística de la LIJ, principalmente al conocer los libros álbum, en donde la calidad de la imágenes y del texto, cobran igual relevancia.
Así es como, al convertirme en mediadora de la lectura de literatura infantil, he podido conocer productores, tanto escritores como editoriales, que me han cambiado la percepción de la literatura como un medio educacional de transmisión de la moral y el “deber ser”, sino que me ahora he abierto mi mente a una nueva forma de comprender la literatura infantil, entendiéndolos como textos complejos y ensalzados con un gran contenido estético. Desde este punto de vista, la nueva LIJ ya no se centra en el lector como un simple receptor del mensaje que quiere transmitir la ideología de una institución, sino que se centra en los lectores infantiles como seres más complejos, capaces de apreciar un arte y de comprender textos complejos, pues entienden que son ellos los principales receptores, y en última instancia, los jueces de esta literatura.


El primer libro que decidí leer